agosto 14, 2007

La psicoterapia: mayéutica e iniciación



Dionisio Aeropagita, también conocido como Dionisio el Místico o el Pseudo-Dionisio, en su obra "Jerarquías Eclesiásticas" se refiere a los rituales en los siguientes términos: “es por ellos que se confiere su plena realización a todos los símbolos más divinos y a las santas ordenanzas”.

No obstante, al parecer, para lograr llegar a vivenciar apropiadamente el ritual es menester vivenciar previamente una iniciación en el mundo de los fenómenos simbólicos, en cuanto referentes de elementos arquetípicos subyacentes.

Según expresara el antipsiquiatra Ronald Laing: “En vez de la ceremonia de degradación del examen psiquiátrico, diagnosis y prognosis, necesitamos (…) una ceremonia de iniciación, a través de la cual se guíe a la persona, con pleno estímulo y sanción sociales, hacia el espacio y el tiempo interiores”. Más adelanta profundizaba: “Las sociedades humanas en diversas épocas y lugares han tenido fe en un método de ‘psicoterapia’ que el hombre occidental ha olvidado y reprimido: el regreso al Caos. El hombre «arcaico» y «primitivo», para curarse (…) [entra] en el tiempo mítico y eterno que precede a todos los orígenes. Se deintegra o es desintegrado, como persona que existe en el tiempo histórico y «egoico»”.

En un sentido similar Chevalier afirma que “para inteligir toda la extensión de la expresión simbólica, será necesario un cierto despertar de la conciencia hacia esa dimensión, que ciertos filósofos llamaban la «dimensión vertical de lo real»; y la verticalidad comprende, a la vez, la profundidad y la altura”. Concordantemente el simbolista Eliphas Lévi asevera que “la ciencia se conserva por el silencio y se perpetúa por la iniciación”.

Por su parte, el analista italiano Luigi Zoja asevera que la “iniciación”, entendida como un “paso” que avanza “de lo profano a lo sagrado” a través de “fases de muerte y renacimiento”, posee un carácter arquetípico; sin embargo, acota que “la sociedad actual ha perdido prácticamente la capacidad de ofrecer iniciaciones institucionales”.

Mircea Eliade, en su obra "Herreros y Alquimistas", reflexiona entorno a que “el «profano» que tiene sueños alquímicos y se aproxima a una integración psíquica atraviesa por las pruebas de una «iniciación»; sólo que el resultado de esta iniciación no es el mismo que el de una iniciación ritual o mística, aunque puede ser asimilado funcionalmente a ella”.

Pues bien, la ejecución de cualquier ritual supone la participación de un oficiante que ponga en acción dicho ritual. Esto tradicionalmente también ha ocurrido en relación a las ceremonias de iniciación, en las cuales es menester la participación de un guía o un hierofante, cuya forma arquetípica más característica la constituye probablemente la de Hermes en su rol de psicopompo o guía de las almas.

Es así como entonces, el rol del terapeuta en procura de la adquisición de una actitud simbólica se corresponde con la de Hermes psicopompo, en tanto oficiante de un ritual que avanza en la concienciación de los símbolos que de este modo podrán actuar como catalizadores del proceso de individuación; pero, más aún, el terapeuta debe previamente actualizar su rol de iniciador e introducir al paciente en el mundo de los símbolos y en el rol trascendente de estos.

El rol de partera que supone un proceso realmente mayéutico o de alumbramiento en el mundo simbólico del paciente por parte del terapeuta, implica previamente el despertar de la denominada "actitud simbólica" en el propio terapeuta. Tarea crucial que torna en imprescindible el trabajo del mismo terapeuta por adentrarse en el misterioso y numinoso mundo de los símbolos.

1 comentario:

Adsmo Kiels dijo...

En Paraguay me compré un libro buenísmo que quizás debas conocer: Símbolos, mitos y laberintos, de Vicente Rufino. Fue un buen día ese en que adquirí ese libro.

El autor se refiere al simbolismo de la procesión, íntimimanente ligado a la terapia:

"La procesión es un ritual litúrgico análogo a la peregrinación, y simboliza el constante avance, el devenir, el desprendimiento de las cosas terrestres. Es un rito en el que se plasma la vivencia del ciclo y del transcurso. Peregrinar es comprender el sentido del laberinto y tender a superarlo para llegar al centro. La procesión es converger hacia un centro místico, es viajar para encontrar un tesoro, como los caballeros de la mesa redonda en la búsqueda del Santo Grial, es reactualizar el ciclo de los argonautas para conquistar el vellocino de oro, o la epopeya de Gilgamesh en busca de la hierba de la inmortalidad; es, en suma, ejercer una cualidad esencial de hombre: ser homo viator hacia la búsqueda de sí mismo."

Me permití citar el párrafo completo.

Me mataste con la cita de Levi. :D

Uno no habla estas cosas todos los días...

¡Un abrazo grande!

Nos vemos por ahí...

Seba.-