noviembre 10, 2008

La transformación, la terapia y la union de los opuestos


La forma en que el hombre sea capaz de manejarse con la tensión que supone la mantención de las paradojas suscitadas por la incontable cantidad de pares de opuestos con que diariamente convive le llevarán a lograr trascenderlos y avanzar así en su camino de individuación o a entramparse en algunos de ellos, debiendo procurar su resolución más acertada. En cualquier caso, indudablemente, como señalara Jung, “la tensión de los contrarios, que hace posible la energía, es una ley del mundo, adecuadamente expresada por el yang y el yin de la filosofía china”, sin esa tensión el avance no es posible.
Ahora bien, si el individuo potencialmente tiende hacia la totalidad, el terapeuta podría ser un catalizador de este fenómeno; para lo cual es posible visualizar el camino terapéutico que propone la psicología analítica como estructurado en cuatro pasos: confesión, esclarecimiento, educación y transformación.
La "confesión" para la iglesia católica constituye una “acción por la que se reconoce la propia culpabilidad de una manera externamente manifestada”. En el marco de la psicoterapia obviamente posee una finalidad distinta que para el mundo eclesiástico, pues no supone la acción de un vicario de la divinidad, sino más bien de un auxiliar que colabore en la resolución de los entrampamientos del individuo. Sin embargo, pareciera necesario lograr el despliegue de un potencial psíquico similar que al utilizado en la auténtica confesión religiosa, en cuyo contexto forma parte del sacramento de la penitencia; logrando así una verdadera acción ritual que movilice al individuo en su integridad.
El "esclarecimiento" es imprescindible para llevar conciencia al acto confesional, de modo de complementarlo, por medio de su contextualización, su análisis, su comprensión y su integración a la realidad propia del paciente.
La "educación", en tanto derivada del latin “educere”, que hace referencia a "llevar hasta afuera", más que aludir a un proceso de enseñanza-aprendizaje en sentido académico, lo entendemos como un proceso mayéutico en que se acompaña al paciente a desplegar desde su propio interior, desde su inconsciente, las potencialidades y la creatividad allí contenidas y que le permitirán proseguir su camino de individuación.
Finalmente, podrá propiciarse la "transformación" que posibilite un nuevo punto de apoyo para proseguir la marcha en el propio camino.
Estos cuatro pasos evidencian probablemente más que una causalidad lineal en el desarrollo del proceso, una regencia secuencial de ellos, pero en que siempre están participando en menor o mayor grado cada uno de ellos en la totalidad del trabajo terapéutico.
Tal como tanto las emergencias internas como externas deberán ser integradas, así también las funciones psíquicas deberán procurar ser integradas y equilibradas, aunque respetando sus diferencias, según su peso y su medida. Tal como Basilio Valentín expresara: "habrás de cuidarte de elegir con prudencia el peso y la medida, vigilando la conjunción de los licores físicos, a fin de que el más grande no vaya a pesar más que el menor (...). Se requiere aquí una gran prudencia en el trabajo. Si deseas adquirir con tu arte grandes riquezas, no pongas un peso falso o el primero que el azar te entregue. En esto se basa el fundamento de todo magisterio".
Los terapeutas guestálticos expresan, para su teoría y su acción, fundamentos concordantes con lo planteado hasta aquí, señalando que estos se encuentran en la "diferenciación" y en la "integración"; explicando la interacción entre estos dos elementos en términos de que "la diferenciación conduce por sí misma a polaridades. Como dualidades, estas polaridades se pelearán fácilmente y se paralizarán mutuamente. Al integrar rasgos opuestos, completamos nuevamente a la persona”.
En palabras de un estudioso de la alquimia podríamos decir que dicho Arte tiene características, modalidades y fines muy familiares a lo postulado por la psicología analítica, por cuanto "lo que en definitiva pretende el alquimista es vivir íntegramente, sin el conflicto de la dualidad, sin la cortapisa de los opuestos. Con su matrimonio alquímico pretende acabar con el «hombre viejo» para dar nacimiento a ese nuevo y resplandeciente ser coronado que, en el fondo, siempre ha sido él mismo".
El trabajo que supone la individuación implica el reconocimiento y la integración de las heridas en la conciencia, al mismo tiempo que implica soportar la tensión de los opuestos y a partir de esa tensión generar síntesis. Es así como es posible trascender el universo de dualidades en que constantemente nos vemos inmersos; tal como está escrito en las páginas de la alquimia y como concordantemente lo podemos leer en las enseñanzas de Lao Tse:
"El Tao produjo al Uno.
El Uno produjo el Dos.
El Dos produjo el Tres.
El Tres produjo todas las cosas.
Todas las cosas tienen en su espalda la oscuridad,
y tienden a la luz."
De hecho Jung reafirma aquello señalando que “como símbolo de la totalidad, el sí mismo es una coincidencia oppositorum; por lo tanto, entraña a la vez luz y tinieblas”. Luz y sombra, conciencia e inconsciente, yo y otro, racionalidad e irracionalidad, son parte de las oposiciones que constantemente conviven en la psiquis de los seres humanos, trascenderlas e integrarlas como totalidad se nos aparece como la ruta trazada por la marcha de la individuación.

octubre 08, 2008

La Totalidad y el Hombre Integral


La totalidad de la existencia constituye una unidad que es dividida tan solo mentalmente por el ser humano para lograr el entendimiento de ella; de ahí que muchas escuelas místicas hablen de que de la unidad se engendra la dualidad, pues constituiría su hija natural y necesaria para que el hombre pueda vivenciar su realidad.

Jung nos describe esta situación al plantear que “el sí mismo se revela en los opuestos y en su conflicto; es una coincidentia oppositorum. Por eso, el camino que conduce al sí mismo es al principio un conflicto”.

Y este conflicto entre opuestos se despliega en cada elemento constitutivo de la realidad. Es así como, en palabras de Dion Fortune, para la Cábala "cada Sephirah es bisexual como un imán, uno de cuyos polos debe ser necesariamente negativo y el otro positivo", lo cual resulta plenamente coincidente con lo señalado por el "principio de polaridad" atribuido a Hermes Trimegisto, en el cual se plantea que "Todo es doble; todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos".

Esta paradoja expresada en la dualidad de la realidad se encuentra explicitada igualmente en el Tao Te King, el cual se inicia con las siguientes palabras:

"El Tao que puede ser expresado
no es el Tao eterno.
El Nombre que puede ser pronunciado,
no es el Nombre Eterno.
El principio del cielo y tierra se hallan en el "No Ser".
El "Ser" es la madre de todas las cosas.
Por eso la dirección al "No Ser", lleva a la
contemplación de la maravillosa esencia.
La dirección al "Ser", lleva a la contemplación del
mundo de las formas.
Ambos son idénticos en el origen,
y sólo se diferencian en el nombre.
En su unidad son un misterio,
y son la puerta de la que surgen todos los milagros"

A su vez, el alquimista Basilio Valentín, en la sexta de las "Doce llaves de la Filosofía", señala que "el macho sin la hembra es tan solo medio cuerpo; igual le sucede a la hembra, pues al estar el uno sin el otro no es posible que engendren ni multipliquen su especie. Pero si están unidos forman un cuerpo perfecto, que es adecuado para la generación".

Es así como la necesidad de fecundidad, la necesidad de progresar, expresada psicológicamente por medio de la función trascendente, lleva al ser humano a procurar la síntesis o la superación de los opuestos, para avanzar en el propio proceso de individuación.

Coincidentemente, Ione Szalay, cabalista contemporáneo, reflexiona en cuanto a que “Sujeto-objeto, vida-muerte, mente-cuerpo, razón-instinto, dentro-fuera, etc. Este dualismo nos divide por dentro, causando un nudo en nuestra conciencia. Debemos desatar estos nudos del alma. Obteniendo una conciencia unitiva y fusionándonos con las leyes de la energía vital universal”. Lo cual es compartido en esencia por el Kybalion cuando se señala que "los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades; todas las paradojas pueden reconciliarse".

Ken Wilber señala en un sentido similar que "la mayor parte de nuestros problemas vitales se basa en la ilusión de que es posible separar y aislar entre sí los opuestos, y en la creencia de que así debe hacerse. Pero como todos los opuestos son aspectos de una sola realidad subyacente, hacer esto es como intentar separar totalmente los dos extremos de una banda de goma".

Más aún, Richard Wilheim señala que las enseñanzas de Lao Tse se pueden resumir en que “el camino que conduce de la confusión del mundo de los fenómenos hasta lo eterno. Encontrando este camino y siguiéndolo se obtiene el Tao”. Es decir, es necesario avanzar desde el mundo de las dualidades –expresadas en el binario– para llegar a una nueva realidad, más completa, más individuada –expresada en el ternario–.

Esto es bellamente expresado por las palabras de Jung, cuando escribe: “«¡El Arte reclama al hombre total!», exclama un antiguo alquimista. Y precisamente lo que se busca es ese homo totus. Los esfuerzos del médico y la búsqueda del paciente apuntan a esa totalidad del hombre oculta, no manifestada aún, que es al mismo tiempo el hombre más grande y el hombre futuro. Pero desgraciadamente el camino que lleva a la totalidad está constituido por sendas intrincadas y por rodeos determinados por el destino. Es una longissima via, que no sigue una línea recta sino una línea serpenteante, que une los opuestos y que recuerda al caduceo indicador de caminos”.

septiembre 25, 2008

¿Es posible alcanzar la Totalidad?... un primer paso.

Si la Totalidad se nos revela como algo que "está ahí" cabe cuestionarse acerca de nuestra posible relación con ella... lo que en términos simples podríamos plantear con la pregunta: ¿es posible alcanzar la totalidad?

No obstante, antes podemos preguntarnos, más concretamente, acerca de si podemos realmente comprender la totalidad.

Al respecto, parece sugestivo lo planteado por los cabalistas. En particular Dion Fortune asevera que ellos "se limitan a decir que lo Absoluto es desconocido para el estado de conciencia normal de los seres humanos (...) Por consiguiente, para sus fines, ponen un velo en cierto punto de la manifestación, no porque allí no haya nada, sino porque la mente, como tal, tiene que detenerse allí (...) los velos de la Existencia Negativa, según se le llama".

Más acá de tales velos está lo cognoscible y que, según los cabalistas, se expresa en 10 Sephirah, las que dan cuenta de la creación de lo existente y cuya primera manifestación es la primera Sephirah, llamada Kether; a cuyo respecto se dice que "hay un aspecto que debe siempre quedar oculto, como el lado oscuro de la luna. Este lado de Kether—es el lado que está hacia lo inmanifestado (...)— nos impide comprender, debiendo quedar siempre como un libro sellado para nosotros".

En un sentido similar, en el verso XXV del Tao Te King se lee:

“Existe algo que es completo

Era antes que el cielo y la tierra,

quieto y profundo.

Único y no cambiante.

Autosuficiente e inmutable.

Podría llamársele la madre misteriosa.

No se conoce su nombre.

Yo lo describo como el Tao”

(Lao Tse, 1994, p.66)

Fortune al respecto afirma que "solamente cuando aceptamos correr un Velo de Existencia Negativa en el sendero que lleva a los primitivos principios, es cuando logramos un fondo sobre el cual resulta visible la Causa primera. Y esta Causa Primera no es un origen sin raíces, sino meramente la Primera Apariencia en el Plano de Manifestación". Es así como podría señalarse que los cabalistas "no tratan de explicar a la mente lo que la mente es incapaz de comprender, sino que suministran una serie de símbolos para meditar"; lo cual parece coincidente con lo planteado por la psicología analítica, respecto a la forma de contactarnos con los orígenes inconscientes y arquetípicos de nuestra realidad.

De este modo, entendiendo la individuación como el camino hacia la totalidad, y por lo tanto considerando a ésta un proceso más que una llegada, nos es imposible afirmar que podamos comprender cabalmente la totalidad.

Por lo tanto más que pronunciarnos acerca de lo que nos es desconocido y que sólo podemos atisbar por medio de símbolos, que hacen las veces de intermediarios entre esa totalidad incognoscible y nuestra consciencia, es preferible referirnos a la construcción del camino que nos pueda permitir acercarnos hacia ella, esto es, el proceso de individuación.

mayo 02, 2008

La Totalidad


Etimológicamente, la palabra totalidad deriva del latín “totus”, que alude a lo completo, entero, todo.
Es así como el concepto de totalidad se aparece al ser humano como algo que en una primera instancia aparece, en términos cartesianos, como claro y distinto. Sin embargo, generalmente se lo interpreta desde una perspectiva racionalizadora, en un marco de relación objeto-sujeto, lo que claramente no permite apreciar ni vivenciar a cabalidad lo que tal concepto designa en realidad; puesto que lo que el término totalidad procura señalar supone incluir en su definición el propio observador que intenta descifrarlo, diluyendo así la posible diferenciación entre un observador y lo observado, constituyéndose en un verdadero sistema unitario observador-observado. De allí que, al hablar de totalidad, no sea extraño hallar referencias al concepto de "unidad".
En este sentido, parece resulta de interés que en la canción Escalera al Cielo, escrita por el grupo de rock Led Zeppelin, es posible escuchar:

“Allí camina una dama que todos conocemos
Quien resplandece luz blanca y quiere mostrar
Como todo aún se convierte en oro
Y si tú escuchas muy atento
La melodía vendrá a ti al fin
Cuando todo es uno y uno es todo
Ser una piedra y no parar de rodar”

Al respecto resulta interesante leer el relato de Robert Plant acerca de la forma en que fue creada tal canción: “Yo estaba sentado con Pagey en frente del fuego en Headley Grange. Pagey había escrito esas notas y entonces las tocó para mí. Sostenía, lapicero y papel y por alguna razón me sentía de muy mal humor. Entonces de repente mi mano estaba escribiendo las palabras: «Hay una señora que asegura que todo lo que reluce es oro, ella está comprando una Escalera para el Cielo». Sólo me senté ahí y observé las letras, cuando las oí casi salté de mi asiento".
Un acto de invención como el descrito pudiera llegar a entenderse como un ejemplo de lo expuesto por Carl Jung en cuanto al rol creativo del inconsciente.
Resulta igualmente interesante el hecho de que, acompañando en el “Codex Marcianus” la imagen del “ouroboros”, que fuera descrita por un autor como “el símbolo pictórico más antiguo conocido en alquimia”, se utilizara la frase “Uno el Todo”. Es así como, es posible atisbar el surgimiento de otro planteamiento junguiano, cual es la existencia de un inconsciente colectivo que liga a todos los seres humanos y a sus creaciones.
En el diálogo llamado "El Sofista" Platón expone al respecto la pregunta de un extranjero: "¿No debemos también aplicar toda nuestra habilidad en interrogar a los que dicen que todo es uno, para saber lo que pueden entender por el ser?", a lo que en parte de su argumentación de respuesta señala: "Sólo lo que es absolutamente sin partes es verdaderamente uno si queremos hablar con exactitud (...) el ser que participa en la unidad, se convierte en uno y todo".
Los pitagóricos utilizaron el concepto de "mónada" para designar la unidad aritmética. No obstante, los neoplatónicos la consideraron "como lo Uno, no como unidad aritmética, sino como fundamento de todo número y de toda unidad".
En los antiguos textos atribuidos a Zoroastro reunidos bajo el título de Zend-Avesta, refieren que: “En todas partes está la Mónada del Padre. Se ha ampliado la Mónada que engendró lo dual. La díada (o lo dual) está sentada delante de la Mónada del Padre, y brilla con dotes de inteligencia, y en el gobierno y ordenación de todo lo que no estaba ordenado. Pues en todo el mundo muestra su luz la Tríada, cuyo principio y cabeza es la Mónada”.
Varios siglos más tarde el Maestro Eckhart plantea al respecto: “La naturaleza divina es Unidad y cada persona es igualmente Unidad, esta misma Unidad que es su naturaleza. La distinción entre esencia y existencia es reabsorbida aquí en la Unidad: son unidad e identidad. Solamente cuando la Unidad cesa de reposar en ella misma es cuando posee una distinción y cuando opera por esta destrucción. De la misma forma, en la Unidad se encuentra a Dios y aquel que debe encontrar a Dios debe convertirse en unidad (...) La Unidad continúa siendo unidad, tanto en millares y millares de piedras como en cuatro piedras y mil veces mil es verdaderamente un número tan simple como cuatro (...) Un maestro pagano dice que la unidad ha nacido del Dios supremo. Su propiedad es ser unidad en la unidad”.
De este modo, tenemos que la totalidad puede ser entendida como la Unidad de todo cuanto existe y que el ser humano divide analíticamente la Unidad para establecer diferenciaciones figura-fondo, que le permitan lograr su entendimiento generando así su propia realidad. No obstante, tales diferenciaciones son hechas por el propio ser humano en su interior, en su intelecto; es decir, no afectan la existencia unitaria de la totalidad en la cual está inmerso, constituyendo en la práctica tan sólo un ejercicio mental.
Ahora bien, desde el punto de vista psicológico, la totalidad puede ser asimilado al concepto de sí mismo, el cual es tomado en ese sentido por Jung pues constituye un “concepto por una parte suficientemente determinado para expresar la noción de la totalidad del hombre y, por otra, suficientemente indeterminado para expresar el carácter indescriptible e indeterminable de la totalidad. Estas cualidades paradójicas del concepto corresponden al hecho de que la totalidad consiste, por una parte, en el hombre consciente y por otra en el hombre inconsciente”.

febrero 12, 2008

La Caverna: símbolo del inframundo


La transmutación alquímica se lleva a cabo en el atanor, el horno de los alquimistas, en cuyo seno matricial se encierra el "huevo" conteniendo los elementos necesarios para realizar la Gran Obra. Atanor, al parecer sería una palabra de origen arámico, derivada de tan (horno) y nur (fuego); de hecho la palabra tannur significaba horno, en hebreo. Por su parte, la palabra horno deriva del latín fornus, que significa precisamente horno. Interesante resulta a este respecto, que el vocablo fornus se relacione con fornix y fornicis (que corresponde a: habitación abovedada, lupanar, prostituta), y que además se relacione con fornicar (fornicare).

El color negro, asociado con la muerte y la vida, se relaciona también con la tierra de Egipto. Allí, con cada crecida del río Nilo, que destruía sembrados e inundaba de un barro las proximidades del río, al mismo tiempo esas inundaciones permitían la fertilización de las tierras. La tierra negra que era la resultante de este proceso, simbolizaba entonces la muerte que posibilitaba el renacimiento vivificante.

No resulta discordante entonces que fuera en una penumbrosa caverna en que se produjera el mítico nacimiento de Jesús y que fuera justamente en una oscura caverna en la cual se le sepultara tras su crucifixión. Y es precisamente de esa caverna mortuoria de la cual Jesús logra su renacimiento y su transformación.

De modo similar, se da cuenta en las primitivas basílicas romanas de la existencia de los “confessio”, el que consistía en “una cámara que contenía reliquias y estaba ubicada debajo del altar mayor” .

Estos razonamientos vienen también a explicar la existencia bajo el suelo de la Catedral de Chartres de un conjunto de pasadizos ocultos, en donde se halla, como en algunas otras iglesias similares de Francia, la imagen de una "virgen negra". Según el escritor alquimista Fulcanelli, esta práctica derivaría de la antigua costumbre de situar en las cámaras subterráneas de los templos estatuas de Isis, las cuales con la introducción del cristianismo en la Galia se fueron transformando en las Vírgenes negras de la actualidad. Tanto en unas como otras sería posible leer en su pedestal la inscripción "Virgini pariturae" que querría significar: "A la Virgen que debe ser madre".

Por otro lado, esto sería concordante con una variedad de documentos citados por Fulcanelli, muy anteriores al cristianismo, que se refieren a una "Virgo paritura", esto es, "la tierra antes de su fecundación, que pronto será animada por los rayos del sol". Esas vírgenes negras representan, según el alquimista francés Fulcanelli, "la materia prima en estado mineral, tal como sale de las capas metalíferas, profundamente enterrada bajo la masa rocosa", a lo que agrega: "¿Cuál es, entonces, la condición primordial, esencial, para que pueda manifestarse una generación cualquiera? Responderemos por vosotros: la ausencia total de toda luz solar, incluso difusa o tamizada (...) ¿Es en la superficie del suelo -a plena luz-, o dentro de la tierra -en la oscuridad-, donde pueden germinar y reproducirse las semillas vegetales?".

Así, tal como para la gestación de una planta es necesario primero que la semilla germine al interior de la tierra y tal como para el nacimiento de una nueva vida humana ella debe permanecer un tiempo de gestación en el vientre materno, de igual modo, para lograr arribar hasta el iluminado mundo de lo diurno, del conocimiento, es necesario antes haber vencido el submundo de la ignorancia, de las tinieblas de la noche.

Al parecer, para las culturas iniciáticas, la caverna refiere, tal como el conocido mito de la caverna de Platón, a un lugar sagrado donde se produce el comienzo del despertar a la auténtica realidad del mundo y de la vida que se efectuará simbólicamente como un paso del oscuro interior de la tierra, de lo infrahumano, a la claridad ordenada de lo verdaderamente humano, de las tinieblas a la luz.

Es por ello que no es extraño que, según cuenta Jean Chevalier, "numerosos ritos de iniciación comienzan por el pasaje del impetrante a una caverna o a una fosa: es la materialización del regressus ad uterum definido por Mircea Eliade". Es así como en los misterios de Eleusis, por ejemplo, los iniciados habrían sido encadenados en una caverna, desde donde debían lograr salir para alcanzar la luz. Más remotamente, es sabido que en las cavernas de Altamira se habrían realizado ceremonias para iniciar a los cazadores en el arte de atraer a los animales, atrapando su espíritu.

enero 22, 2008

El Inframundo


El mundo subterráneo como elemento mitológico está presente en prácticamente todas las culturas del orbe.

Mircea Eliade cuenta que para los indios americanos Delaware, "el Creador, a pesar de que hubiese preparado para ellos, sobre la superficie de la Tierra, todas las cosas de las que gozan actualmente, había, sin embargo, decidido que los humanos permanecieran todavía ocultos algún tiempo en el vientre de su madre telúrica, para desarrollarse mejor, para madurar".

Los iroqueses, por su parte, creen que originariamente moraban debajo de la tierra, donde "siempre era de noche, por cuanto el sol no penetraba jamás"; y señalan que sólo pudieron emerger hacia la superficie una vez que uno de ellos logró encontrar una "abertura".

La tribu de los salivas (del Orinoco) refieren "un tiempo antiguo en que la Tierra Madre producía los humanos del mismo modo que produce en nuestros días los arbustos y los juncos".

De manera similar, Eliade relata que para la tribu de los zuñi al comienzo de los tiempos los "Mellizos de la Guerra" penetraron por medio de un lago hasta el mundo subterráneo, donde habrían hallado un pueblo "vaporoso e inestable" que se nutría exclusivamente con los vapores y los olores de los alimentos. Los míticos Mellizos habrían traído hasta la superficie de la tierra un cierto número de esos seres; de quienes descenderían os actuales seres humanos. Ésta sería la causa, según los zuñi, de que los hombres en un comienzo se alimenten solamente con "viento" y no puedan iniciar la lactancia hasta que la "cuerda invisible" se corte.

Los indios navajo, según reporta el mismo Eliade, se refieren a la Tierra como "Naëstsán", lo que significa "la Mujer horizontal" o "la Mujer acostada". Para ellos, al igual que para otros pueblos primitivos, los seres humanos en un comienzo vivían en el mundo subterráneo, del que luego emergieron. Este mito lo recuerdan y narran los navajo, por lo general, en ceremonias destinadas a la sanación de enfermos o a la iniciación de un candidato chamán, con lo cual se genera una íntima relación entre el mito del origen de la humanidad con aquellos rituales destinados a "rehacer" algo, ya sea la salud o la integridad vital del enfermo, o aquellos destinados a "hacer" o crear un nuevo estado espiritual, como es el caso de los chamanes.

Para los egipcios también es posible observar esta relación entre el nacimiento de los humanos y las profundidades de la tierra. Eliade refiere que para ellos, el vocablo "bi" significa tanto "vagina" como "galería de una mina".

Por su parte, en la mitología romana se refiere que, al realizarse la fundación de Roma, Rómulo habría horadado una cavidad en el suelo, la cual llenó de frutos, para posteriormente cubrirla y elevar sobre ella un altar, trazando a su alrededor un círculo con un arado. Es por ello que, según refiere el renombrado simbolista Jean Chevalier, la fundación de las ciudades posee un "carácter cosmogónico e imita la creación del mundo".

Para los griegos Hades es el dios que gobierna “el mundo subterráneo, el reino de las tinieblas, el seno de la tierra que contiene a los muertos”. No obstante, Hades se presenta con una doble faz; por cuanto, si bien gobierna el reino de los muertos, al mismo tiempo "vela por los frutos de la tierra". Esto se complementa al saber que el culto de Perséfone, a quien Hades había secuestrado, hecho su mujer y con quien pasaba seis meses del año habitando el inframundo, “estuvo asociado a los ciclos de la vegetación y a los Misterios de Eleusis”.

Por otro lado, la palabra caverna etimológicamente deriva del vocablo latín "cavus", del cual deriva también el verbo cavar, y que viene a significar: hueco, hondo, cóncavo, profundo y huevo.

Caverna, entonces, corresponde, según Chevalier, a "un lugar subterráneo o rupestre, con el techo abovedado, más o menos hundido en la tierra o la montaña, y más o menos oscuro".

Es posible inferir entonces que la caverna es un simbolismo arcaico del vientre materno y, por tanto, símbolo de transformación, de crecimiento, de gestación de una nueva vida. De este modo, el paso por el inframundo aparece como un requisito sinne qua non para la regeneración y el nacimiento a una nueva vida.

Sin embargo, al mismo tiempo, mientras hace referencia a la germinación y el nacimiento de nueva vida, de igual modo se presenta como el lugar en que finaliza la vida, como el "reino de los muertos".

Es así como, por ejemplo, para los japoneses, según cuenta Eliade, su dios se ocultó en una caverna sagrada “privando así al mundo de su luz”; mientras que, en las ceremonias fúnebres chinas, se expresa el deseo: "que la carne y los huesos retornen nuevamente a la Tierra".

Esta extraña semejanza entre el nacimiento y la muerte también es posible verla reflejada en el "nigredo", la "putrefacción", "el cuervo", del que se habla en la alquimia. Para los alquimistas la Gran Obra de la transmutación se inicia precisamente con el color negro, con la muerte, de la cual podrá nacer la nueva vida del metal, transformándolo en el preciado oro.