octubre 08, 2008

La Totalidad y el Hombre Integral


La totalidad de la existencia constituye una unidad que es dividida tan solo mentalmente por el ser humano para lograr el entendimiento de ella; de ahí que muchas escuelas místicas hablen de que de la unidad se engendra la dualidad, pues constituiría su hija natural y necesaria para que el hombre pueda vivenciar su realidad.

Jung nos describe esta situación al plantear que “el sí mismo se revela en los opuestos y en su conflicto; es una coincidentia oppositorum. Por eso, el camino que conduce al sí mismo es al principio un conflicto”.

Y este conflicto entre opuestos se despliega en cada elemento constitutivo de la realidad. Es así como, en palabras de Dion Fortune, para la Cábala "cada Sephirah es bisexual como un imán, uno de cuyos polos debe ser necesariamente negativo y el otro positivo", lo cual resulta plenamente coincidente con lo señalado por el "principio de polaridad" atribuido a Hermes Trimegisto, en el cual se plantea que "Todo es doble; todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos".

Esta paradoja expresada en la dualidad de la realidad se encuentra explicitada igualmente en el Tao Te King, el cual se inicia con las siguientes palabras:

"El Tao que puede ser expresado
no es el Tao eterno.
El Nombre que puede ser pronunciado,
no es el Nombre Eterno.
El principio del cielo y tierra se hallan en el "No Ser".
El "Ser" es la madre de todas las cosas.
Por eso la dirección al "No Ser", lleva a la
contemplación de la maravillosa esencia.
La dirección al "Ser", lleva a la contemplación del
mundo de las formas.
Ambos son idénticos en el origen,
y sólo se diferencian en el nombre.
En su unidad son un misterio,
y son la puerta de la que surgen todos los milagros"

A su vez, el alquimista Basilio Valentín, en la sexta de las "Doce llaves de la Filosofía", señala que "el macho sin la hembra es tan solo medio cuerpo; igual le sucede a la hembra, pues al estar el uno sin el otro no es posible que engendren ni multipliquen su especie. Pero si están unidos forman un cuerpo perfecto, que es adecuado para la generación".

Es así como la necesidad de fecundidad, la necesidad de progresar, expresada psicológicamente por medio de la función trascendente, lleva al ser humano a procurar la síntesis o la superación de los opuestos, para avanzar en el propio proceso de individuación.

Coincidentemente, Ione Szalay, cabalista contemporáneo, reflexiona en cuanto a que “Sujeto-objeto, vida-muerte, mente-cuerpo, razón-instinto, dentro-fuera, etc. Este dualismo nos divide por dentro, causando un nudo en nuestra conciencia. Debemos desatar estos nudos del alma. Obteniendo una conciencia unitiva y fusionándonos con las leyes de la energía vital universal”. Lo cual es compartido en esencia por el Kybalion cuando se señala que "los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades; todas las paradojas pueden reconciliarse".

Ken Wilber señala en un sentido similar que "la mayor parte de nuestros problemas vitales se basa en la ilusión de que es posible separar y aislar entre sí los opuestos, y en la creencia de que así debe hacerse. Pero como todos los opuestos son aspectos de una sola realidad subyacente, hacer esto es como intentar separar totalmente los dos extremos de una banda de goma".

Más aún, Richard Wilheim señala que las enseñanzas de Lao Tse se pueden resumir en que “el camino que conduce de la confusión del mundo de los fenómenos hasta lo eterno. Encontrando este camino y siguiéndolo se obtiene el Tao”. Es decir, es necesario avanzar desde el mundo de las dualidades –expresadas en el binario– para llegar a una nueva realidad, más completa, más individuada –expresada en el ternario–.

Esto es bellamente expresado por las palabras de Jung, cuando escribe: “«¡El Arte reclama al hombre total!», exclama un antiguo alquimista. Y precisamente lo que se busca es ese homo totus. Los esfuerzos del médico y la búsqueda del paciente apuntan a esa totalidad del hombre oculta, no manifestada aún, que es al mismo tiempo el hombre más grande y el hombre futuro. Pero desgraciadamente el camino que lleva a la totalidad está constituido por sendas intrincadas y por rodeos determinados por el destino. Es una longissima via, que no sigue una línea recta sino una línea serpenteante, que une los opuestos y que recuerda al caduceo indicador de caminos”.