febrero 20, 2009

De la dualidad a la Unidad


El pensador y sacerdote medieval conocido como Meister Eckhart, reflexionando acerca de un texto bíblico, escribía: “un hombre noble se fue a un país lejano para ganar un reino y se volvió a su casa. Pues el hombre debe ser uno en sí mismo; esta unidad tiene que buscarla en sí mismo y en la Unidad (…) Nuestro Señor dice por la voz del profeta Oséas: “conduciré a las almas nobles a un desierto y allí hablaré a sus corazones”. ¡La Unidad con la Unidad, la Unidad saliendo de la Unidad, la Unidad en la Unidad y, en la Unidad, la Unidad eternamente!”.
Para la psicología analítica la individuación es un proceso que nos conduce arquetípicamente a través de la vida por diversos estadios de los cuales el ser humano puede ir recogiendo aportes para tal proceso. Indudablemente también surgirán problemas más o menos profundos que le dificultarán su tránsito. No obstante, tanto aspectos negativos como positivos, en conjunto con su carga genética, serán los que irán construyendo una personalidad única e irrepetible. Es así como, paso a paso, transcurre la trascendente experiencia de estar vivos y de constituirse en un individuo.
A partir de lo desconocido, de aquello que somos antes de tomar conciencia de nosotros mismos, algo que la propia conciencia definirá como el No-Ser, se va generando el Ser, el "yo" que otorgará conciencia al individuo. Pero ese "yo" surgirá solamente a partir de una necesaria confrontación de opuestos, de un ineludible proceso de hacer conciencia cuyo requisito "sine qua non" será el establecer diferencias para dar lugar así a la posibilidad del entendimiento y del surgimiento de una "realidad psicológica". Es entonces a partir no sólo de un "yo", sino de un "yo-otro" que será factible el alumbramiento de una personalidad.
De este modo se da lugar a una realidad conformada por cada individuo a partir de la manera en que puede vivenciar las diversas dualidades que va enfrentando. La forma en que vaya elaborando la tensión entre binarios tales como Yo—otro, conciencia—inconsciente, figura—fondo, Cuerpo—Mente, Ser—No-Ser, es que se irá entretejiendo la telaraña de la propia existencia.
Sin embargo, no basta con tomar conciencia de un proceso como el descrito, es menester que se avance un paso más adelante. Un tercer paso que lleve al individuo a comprender que tales diferenciaciones han sido sólo un artilugio mental, pues bajo esa telaraña de dualidades está subsumida una realidad unitaria, un verdadero “unus mundus” que, a modo de síntesis, conforma la totalidad de la existencia o, dicho en términos psicológicos, da cuenta del sí mismo o totalidad psicológica del individuo.
Aproximarse a la toma de conciencia de tal totalidad es probablemente uno de las finalidades que posee el proceso de individuación y, en tal perspectiva, es que quizás pudiéramos afirmar que el sentido de la individuación es la vivencia de la totalidad diferenciada, concientizada.
El terapeuta, como potencial hierofante de un proceso iniciático de encuentro con esa totalidad, puede auxiliar prestando un encuadre y unas intervenciones que motiven al paciente a avanzar, le permitan encontrar el sentido de tal avance y le ayude a desatar las posibles amarras que le impidan emprender la marcha requerida.
La confesión, el esclarecimiento, la educación y la transformación serán constantes ejercicios que requerirá el self paciente—terapeuta para su avance terapéutico.
De este modo, tal como el Maestro Eckhart lo recalcara, cada uno de nosotros, tanto terapeutas como pacientes, en cuanto seres humanos hemos de ser el "hombre noble" que tras salir de su primigenio hogar del ego indiferenciado sale a vagar en busca de las riquezas que la conciencia le puede otorgar para finalmente descubrir la integración unitaria de la realidad y la existencia, es decir, para aproximarse lo más posible a alcanzar la totalidad.