noviembre 10, 2008

La transformación, la terapia y la union de los opuestos


La forma en que el hombre sea capaz de manejarse con la tensión que supone la mantención de las paradojas suscitadas por la incontable cantidad de pares de opuestos con que diariamente convive le llevarán a lograr trascenderlos y avanzar así en su camino de individuación o a entramparse en algunos de ellos, debiendo procurar su resolución más acertada. En cualquier caso, indudablemente, como señalara Jung, “la tensión de los contrarios, que hace posible la energía, es una ley del mundo, adecuadamente expresada por el yang y el yin de la filosofía china”, sin esa tensión el avance no es posible.
Ahora bien, si el individuo potencialmente tiende hacia la totalidad, el terapeuta podría ser un catalizador de este fenómeno; para lo cual es posible visualizar el camino terapéutico que propone la psicología analítica como estructurado en cuatro pasos: confesión, esclarecimiento, educación y transformación.
La "confesión" para la iglesia católica constituye una “acción por la que se reconoce la propia culpabilidad de una manera externamente manifestada”. En el marco de la psicoterapia obviamente posee una finalidad distinta que para el mundo eclesiástico, pues no supone la acción de un vicario de la divinidad, sino más bien de un auxiliar que colabore en la resolución de los entrampamientos del individuo. Sin embargo, pareciera necesario lograr el despliegue de un potencial psíquico similar que al utilizado en la auténtica confesión religiosa, en cuyo contexto forma parte del sacramento de la penitencia; logrando así una verdadera acción ritual que movilice al individuo en su integridad.
El "esclarecimiento" es imprescindible para llevar conciencia al acto confesional, de modo de complementarlo, por medio de su contextualización, su análisis, su comprensión y su integración a la realidad propia del paciente.
La "educación", en tanto derivada del latin “educere”, que hace referencia a "llevar hasta afuera", más que aludir a un proceso de enseñanza-aprendizaje en sentido académico, lo entendemos como un proceso mayéutico en que se acompaña al paciente a desplegar desde su propio interior, desde su inconsciente, las potencialidades y la creatividad allí contenidas y que le permitirán proseguir su camino de individuación.
Finalmente, podrá propiciarse la "transformación" que posibilite un nuevo punto de apoyo para proseguir la marcha en el propio camino.
Estos cuatro pasos evidencian probablemente más que una causalidad lineal en el desarrollo del proceso, una regencia secuencial de ellos, pero en que siempre están participando en menor o mayor grado cada uno de ellos en la totalidad del trabajo terapéutico.
Tal como tanto las emergencias internas como externas deberán ser integradas, así también las funciones psíquicas deberán procurar ser integradas y equilibradas, aunque respetando sus diferencias, según su peso y su medida. Tal como Basilio Valentín expresara: "habrás de cuidarte de elegir con prudencia el peso y la medida, vigilando la conjunción de los licores físicos, a fin de que el más grande no vaya a pesar más que el menor (...). Se requiere aquí una gran prudencia en el trabajo. Si deseas adquirir con tu arte grandes riquezas, no pongas un peso falso o el primero que el azar te entregue. En esto se basa el fundamento de todo magisterio".
Los terapeutas guestálticos expresan, para su teoría y su acción, fundamentos concordantes con lo planteado hasta aquí, señalando que estos se encuentran en la "diferenciación" y en la "integración"; explicando la interacción entre estos dos elementos en términos de que "la diferenciación conduce por sí misma a polaridades. Como dualidades, estas polaridades se pelearán fácilmente y se paralizarán mutuamente. Al integrar rasgos opuestos, completamos nuevamente a la persona”.
En palabras de un estudioso de la alquimia podríamos decir que dicho Arte tiene características, modalidades y fines muy familiares a lo postulado por la psicología analítica, por cuanto "lo que en definitiva pretende el alquimista es vivir íntegramente, sin el conflicto de la dualidad, sin la cortapisa de los opuestos. Con su matrimonio alquímico pretende acabar con el «hombre viejo» para dar nacimiento a ese nuevo y resplandeciente ser coronado que, en el fondo, siempre ha sido él mismo".
El trabajo que supone la individuación implica el reconocimiento y la integración de las heridas en la conciencia, al mismo tiempo que implica soportar la tensión de los opuestos y a partir de esa tensión generar síntesis. Es así como es posible trascender el universo de dualidades en que constantemente nos vemos inmersos; tal como está escrito en las páginas de la alquimia y como concordantemente lo podemos leer en las enseñanzas de Lao Tse:
"El Tao produjo al Uno.
El Uno produjo el Dos.
El Dos produjo el Tres.
El Tres produjo todas las cosas.
Todas las cosas tienen en su espalda la oscuridad,
y tienden a la luz."
De hecho Jung reafirma aquello señalando que “como símbolo de la totalidad, el sí mismo es una coincidencia oppositorum; por lo tanto, entraña a la vez luz y tinieblas”. Luz y sombra, conciencia e inconsciente, yo y otro, racionalidad e irracionalidad, son parte de las oposiciones que constantemente conviven en la psiquis de los seres humanos, trascenderlas e integrarlas como totalidad se nos aparece como la ruta trazada por la marcha de la individuación.